miércoles, 1 de julio de 2020

Sin sustituto aun para el elefante reumático

Seguramente una de las anécdotas de este sexenio para la historia será aquella donde el presidente Andrés Manuel López Obrador se refirió al gobierno como un “elefante reumático y mañoso” diseñado para negocios y el tráfico de influencias. Difícilmente habrá ciudadanos que no tengan experiencias que le hagan estar de acuerdo con esa afirmación.

En línea con la aseveración del presidente, se ha emprendido una purga hacia el interior del gobierno federal, por un lado, mediante el desmantelamiento de facto de los elementos de gobernanza especial para temas considerados “especializados” como telecomunicaciones o energía; por otro se desincentiva la continuación de los cuadros “experimentados” con recortes salariales. Ambas medidas están legítimamente justificadas, la primera bajo la consideración de que el otorgamiento de “autonomía” en algunos campos no es sino una manera de mantener limitado el alcance del poder transformador del nuevo gobierno, diseñado en su momento, para dar cierto grado de certeza a particulares dentro de una perspectiva pro mercado. La segunda con la intención de permitir la salida de los cuadros que por años han sido recompensados desde el poder con posiciones cómodas en la administración, en donde una disminución salarial desincentivaría aquellos con falta de vocación pública.

El problema es que el aparato burocrático es la estructura más sólida para el logro de los objetivos de cualquier propuesta política y solo se está desarticulando la parte que se considera dañino sin fortalecer los aspectos positivos. Sin las reglas que lo constituyen, todo trabajo, proyecto o tarea gubernamental por más bien intencionado que sea, llevado a cabo por fuera de ella son un hecho de corrupción. Las reglas aplicadas o no, en la administración pública están orientadas para tener certeza y transparencia de los recursos públicos, de ninguna manera el manejo de éstos recursos puede delegarse al gobierno bajo su total discreción como si se tratara de un acto de fe. La administración pública no es un mal necesario, es el brazo ejecutor.

Si bien en palabras del presidente, se están asentando las bases de la 4ta transformación, en camino a los 2 años de gobierno no se ha establecido una ruta que replantee la administración pública con mayor eficiencia, se eliminan los excesos sí, pero no se da el siguiente paso que consiste en el reclutamiento y selección de los mejores y más aptos servidores públicos. El servicio profesional de Carrera es una excelente vía, pero que desde su instauración en 2002 ha sido desvirtuado por concursos a modo o haciendo de la excepción la regla para otorgar plazas sin concurso. Es tiempo de darle oportunidad a todos los profesionistas ansiosos de apoyar el proyecto trasformador, a los jóvenes recién egresados y a las mujeres que buscan la igualdad de oportunidades; de reivindicar el papel de los servidores públicos pues contrario a lo que señalan los favorecidos de antaño, no todo el interés es monetario, la vocación es un gran aliciente y un Servicio Profesional de Carrera justo sería la mejor manera de dejarlo claro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario