domingo, 22 de enero de 2017

Incertidumbre y distropias, el 2017 en adelante

El 2016 terminó como el año de los resultados inesperados en términos democráticos en diversos países, desde la elección presidencial filipina hasta la norteamericana, pasando por el proceso de consulta popular en Reino Unido para la permanencia en la unión europea y el referéndum del plan de paz colombiano. Todos estos en su momento shocks políticos e incertidumbre mundial.
La incertidumbre causada por estos fenómenos quizá tuvo que ver más con las expectativas que con el resultado, lo que nos habla de la forma en que recibimos la información con la que formamos nuestras ideas.
¿Acaso cada uno de los ciudadanos que se presentan en las urnas a votar por una opción con menores posibilidades va sin la menor esperanza de que sus afinidades se vean en la realidad?  Racional o irracionalmente, aquellos en las urnas van con alguna expectativa, en cambio aquellos que no la tienen puede que ni siquiera se tomen la molestia de presentarse a sufragar.
¿Acaso no pensaban los votantes de Reino Unido lo que traería la salida de la Unión Europea? ¿Acaso no pensaban los colombianos en lo delicado de votar por el No en el referéndum? Seguramente si, bajo distintas perspectivas. Puesto que dichas opciones ganaron, se entiende que esa era la realidad, luego entonces la información difundida en los medios de comunicación era sesgada, manipulada o incorrecta; aunque la justificación de las encuestadoras será que su trabajo no es la predicción sino la “fotografía del momento” y posteriormente las opiniones cambiaron.
¿Qué expectativa podría tener un votante por la opción contraria a la paz en Colombia? Cuál sería la expectativa de aquellos a favor de Donald Trump? Parece que las promesas de un mundo mejor ya no son tan atractivas. Más bien, parece que la elección entre lo regular y lo malo no decanta hacia lo primero.
Pienso que el guion de 2017 inició en 2016. Los países más influyentes a nivel internacional como Estados Unidos e Inglaterra movieron primero, limitando los espacios de maniobra del resto de la comunidad internacional, pero el guion pinta para lo mismo; adiós a la globalización en sentido de un sueño, gracias por nada comercio mundial, competencia y cooperación; erremos las puertas de nuestra casa y las fronteras de nuestra nación, quien se quede afuera verá cómo se las arregla.
No solo los países prósperos rechazan a los migrantes, esto también sucede en los países de tránsito, tanto en Europa del este como en Centroamérica.
El mundo actual ha hecho más ricos a los ricos y más pobres a los pobres y sin embargo, los hechos de 2016 parecen encaminar el futuro hacia intereses contrarios de los de la clase política global, mejor dicho, hacia la incertidumbre, porque, a final de cuentas, es muy probable que las élites mundiales logren sacar tajada de la circunstancia. Ejemplo, en estos días Morgan Stanley, uno de los bancos responsables de la crisis financiera del 2008 reporta que duplicó sus ganancias del último trimestre de 2016 tras la victoria de Trump; así también escuchamos que Carlos Slim ya encontró la forma para ingresar al mercado televisivo de Estados Unidos.
Tras la victoria de Trump se dibuja un panorama obscuro para américa latina en términos económicos,  y riesgoso en términos geopolíticos a nivel internacional. ¿De verdad será tan volátil la presidencia norteamericana?  Solo el tiempo lo dirá, lo que sí es verdad es que el el nuevo presidente tiene claro por qué gran parte del electorado voto por él. Trump no fue electo para ser cordial, para negociar, para buscar soluciones para todas las partes, fue electo para romper la inercia de las políticas cotidianas, para decir adiós Obamacare, adiós Dodd Frank, y adiós acuerdos medioambientales si impiden el trabajo de la mano de obra norteamericana.
La evolución de los hechos será lo que nos llevará al siguiente paso, si sabemos que no se quiere lo mismo que se tiene el día de hoy, ni tampoco una reacción intolerante contra fenómenos globales que no han beneficiado a la mayoría, habrá que poner manos a la obra para aquellos cambios de fondo en la dinámica del mundo.

Lo que estamos presenciando es un cambio histórico, Hobsbawn consideró al siglo XIX como muy largo y el como XX muy corto, el XXI  en términos históricos es una incógnita, aunque parece ser un escenario de cambio de dirección, y en el corto plazo parece que para mal. Sea cual sea esa dirección hay dos cosas seguras, en un mundo con recursos limitados y una creciente desigualdad de ingresos,  tarde que temprano la necesidad de sobrevivir se impondrá como reacción de la especie humana.