miércoles, 11 de julio de 2018

reseña:"El precio de la desigualdad" de Joseph Stiglitz- como entender el mundo

Todos los niños en algún momento desean entender la economía ¿Por qué existen los pobres? Preguntan, y ante las evidencias de la realidad, ninguna respuesta les llega a ser satisfactoria.

¿Qué sucede con el adulto que ante las lacerantes condiciones de unos y las cómodas condiciones de otros termina por racionalizar esta situación como “lo normal”? Ocurre una avalancha de mensajes con supuestos increíbles que terminan por diplomarnos a todos como E C O N O M I S T A S. Todos nos volvemos expertos, todos sabemos de las leyes de oferta y demanda, pasamos de entender el manejo de bienes escasos a la lucha contra el peor de todos los males en la economía, la Inflación. Por eso el mensaje del expresidente de los Estados Unidos, George W. Bush tras los ataques del 11 de septiembre fue tan fácilmente digerido: “Consuman”. Y no pasa un día sin que los medios de comunicación alimenten tales “principios” la disonancia del día a día no es más que los fracasados en el sistema, como bien sabemos cómo economistas, se les llaman “externalidades”.

De pronto, un día, tan disciplinados como somos nos vemos que, a pesar de todo nuestro empeño, todo nuestro sacrificio y trabajo duro, también somos parte de las externalidades. Ahí es cuando se genera una revolución en nuestro interior, ¿todo lo que había creído puede ser incorrecto? ¿Es acaso que los pobres no son pobres porque quieren? Ahora se ve en las calles, ahora se entiende al vecino y se detesta al comentarista del televisor; es cierto, somos el 99% contra el 1%, la fórmula del éxito basada en el mercado no funcionó más que para ellos.

Ahora lo sabemos, y debemos, como Neo en la película Matrix, tomar la píldora que nos ayude a entender la realidad. Esa pastilla es el libro de Joseph E. Stiglitz, “el precio de la desigualdad” Duro nos dice el autor: los ricos son ricos porque viven cual parásitos de las ventajas del trabajo de los demás, de haber generado las condiciones para no enfrentar la competencia, para obtener beneficios públicos y como una bola de nieve, recrean el circulo por medio de la compra de voluntades políticas obtienen mayores beneficios públicos, menor competencia y menor regulación.

¿Y que hacemos ahora con nuestro “diplomado” en economía?, el coco sigue siendo la inflación. El libro destruye otro de los límites de nuestro pensamiento, ¿si tuvieras que escoger entre un trabajo que te genere ingresos a cambio de un aumento en los precios y no tener empleo pero cero inflación? Yo sé cuál tomaría y tú lo sabes, el enemigo se vuelve insignificante.

Con estos dos mitos destruidos el libro “el precio de la desigualdad” nos pinta por medio de estadísticas duras la realidad estadounidense, el supuesto ejemplo de una economía de mercado, nos narra cómo se generaron las condiciones de asimetría social y nos marca el blanco al que hay que apuntar para modificar la tendencia. En ese punto estamos más allá de las ideas, las compartimos, ahora sigue la alteración del entramado institucional, el cómo.

Stiglitz señala, si sabemos que la inflación no es lo más importante, debemos nombrar a individuos en el Banco Central que lo entiendan, rompiendo la captura cognitiva de los reguladores, jugando a favor de los intereses del regulado, lo mismo para nuestros supervisores bancarios, para supervisores bursátiles, de seguros y encargados de la competencia.

“El precio de la desigualdad” es un libro de divulgación, no es una obra dirigida a un público especializado, pero cuenta con toda la solidez y el prestigio que Stiglitz, premio nobel de economía, ha acumulado en su paso por las instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial, y ahora está de tu lado.

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