Desde el cambio en los estatutos del PRI en agosto de 2017
se podía dar por sentado que el candidato a la presidencia por esa institución
política sería José Antonio Meade, ¿Qué sentido tendría el cambio de ser de
otro modo?
Andres Manuel López Obrador lo dio por sentado unas semanas
después y una semana antes del destape oficial Luis Videgaray hizo un destape
de facto.
Durante todo ese tiempo ¿conoce a alguien que perdiera el
sueño por no tener la certeza de quien sería el candidato del PRI? La llamada
liturgia priista ha sido una estrategia para ocupar espacios mediáticos que
traten de orientar de forma indirecta los ánimos de la sociedad, jugando a
resaltar a uno o a otro, el talento de uno, la experiencia de otro, etc., pero
la realidad es terca y cada que se apaga el televisor o se cierra el periódico
la dura realidad es el reflejo de la incompetencia gubernamental, ¿quién puede
estar atento a frivolidades partidistas con la inseguridad de las calles, la
corrupción en cada proceso administrativo, las necesidades sociales y demás escenarios
cotidianos?
Encuestadoras y columnistas de opinión se han empecinado en
mantener viva la polémica, unos con datos sugestivos que en cada ocasión
muestran una descarada manipulación, y los segundos dejan su poca reputación en
cada columna con chismes de corredor. Ambos necios como un vendedor de fondos
de inversión que le insiste al prospecto de cliente que la inflación no se
refiere a la percepción de aumento de precios, sino a lo que las instituciones
dicen.
Las percepciones son la realidad, los individuos
racionalizan la poca o mucha información a su alcance, se forman una opinión y
siguen con su vida cotidiana. Una opinión formada difícilmente cambia, más bien
se refuerzan ante los grotescos intentos de manipulación por parte de las instituciones
del Estado y del sistema político, ¿engaña a alguien la práctica de parar el
reloj legislativo ante el incumplimiento de la responsabilidad de los
congresistas?, ¿las decisiones de los tribunales electorales modifican la
percepción cuando se señala que en una campaña electoral “no se rebasó por un
11 %, al contrario, se quedó debajo del límite de gastos”? ¿o se modifican cuándo
un candidato pretende hacerse pasar por
precandidato para usar recursos del estado?
Desde agosto por lo menos se sabe quién va por el PRI, y se
sabe que el candidato no es una blanca paloma, es cómplice del partido del
gobierno y el partido en el gobierno y la corrupción son uno mismo.
Mientras tanto, el balón ahora está en la cancha del llamado
frente ciudadano por México, a diferencia del proceso del PRI, un partido
varias opciones, éste si necesita apresurar el paso, pues puede que su proceso
no llegue a buen puerto, y entre una u otra cosa, en el imaginario electoral la
competencia por la presidencia puede convertirse en una competencia de dos y no
se ellos uno de los polos.
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