La “desaparición”
de los 43 normalistas en Ayotzinapa parece haber desatado una reacción en cadena
en la forma en que un grano de arena puede, en algún momento provocar el
deslave de una duna.
¿Por qué este
evento ha provocado tanta indignación? Que es diferente en relación con el caso
de la guardería ABC donde murieron 49 niños o el caso de el casino en Monterrey
donde fueron masacradas 52 personas o el crimen de Tlatlaya donde murieron 22
personas? Por mencionar algunos hechos violentos de los que podríamos continuar
señalando.
Todas tienen en
común el factor de generar una sensación de estar a la deriva en un ambiente en
el que la brutalidad y la simple voluntad de algunas personas puede disponer de
las vidas de quien lo desee y como lo desee.
No hay justicia
en México, hay impunidad, no hay seguridad, hay la ley del más fuerte, no hay
democracia, hay un sistema corrupto y corruptor.
Pensando en el papel del gobierno en cualquier Estado,
recuerdo cuando se hablaba del gobierno comunista cubano, que “oprimía a sus
habitantes” y no tenían libertad. Se machacaba una y otra vez con el adjetivo
de “comunista” para explicar todos los malestares que esa nación soberana
enfrentaba.
En México el
ciudadano no representa nada, de los 110 millones de mexicanos cerca de 80
millones cuentan con derechos políticos, pero es difícil encontrar a una
persona que diga que le sirvan para algo esos derechos.
Lo único que
puedo imaginarme que es comparable a la
condición del ciudadano mexicano ahora son los años del gobierno de Porfirio Díaz.
Parece inaudito, y sin embargo existe gente que añora aquellos años de “bienestar
económico” “desarrollo” “paz social”, las mismas palabras que el actual
gobierno se la pasa repitiendo.
De verdad, a fin
de cuentas no hay concepto del gobierno
que refleje más fielmente la condición de México que la concepción marxista de una
“junta que administra los negocios comunes de la clase burguesa” anunciado en
el Manifiesto Comunista.
En cualquier foro
se presenta a un funcionario como si fuera una eminencia a la cual sería un
pecado ver a los ojos, si en verdad esas personas fueran tan buenas como dicen
no estaríamos en las condiciones que estamos, o en última instancia son buenos
como dicen pero no para los fines que se supone deben de serlo.
En estos momentos
otro de los aparatos del sistema político hace su trabajo, los medios de
comunicación “que terrible lo de la puerta de palacio nacional” “aquellos
saqueadores que entran a los supermercados” “desvirtúan la protesta”. Ellos van
a decir cómo debe ser llevada la protesta.
Quizá estamos en
un punto donde la gente los “ciudadanos” no tienen nada que perder; “me quitas
a mis hijos, mis hermanos, mi trabajo, mi bienestar, y reclamas por actos de vandalismo??” más vale que esos hombres y mujeres que
tienen algo que perder dejen sus comodas posiciones políticas y salven lo poco
porque un pueblo sin nada que perder no perdona.
#Que se vayan
todos, y que nunca vuelvan
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