El Diccionario
Oxford eligió “Fake news” (noticias falsas) como la palabra del año en 2017, el
año anterior se había elegido “Post-truth” (post-verdad). Ambas palabras se
relacionan con una nueva dinámica informativa basada en la diversificación
mediática y en las redes sociales que tiende más bien hacia una connotación
negativa, dado que el surgimiento explosivo de un sinfín de voces diluye el
consenso sobre lo cierto o falso. Es
decir, la pluralidad trajo consigo incertidumbre.
El dilema del
mundo moderno está en la configuración que los individuos están dando a su
realidad, donde la interpretación de los hechos se está llevando a cabo de
forma distinta, un mayor número de fuentes de información y un mayor número de
interpretaciones, generando nuevas identidades y afectando antiguos consensos
que rompen con el estatus quo.
Esta nueva
realidad tiene muchos detractores, se enfocan de manera pesimista en las
alteraciones malintencionadas de los hechos que buscan fines políticos o propagandísticos.
Es entonces que cabe preguntarse ¿el problema es que existen muchas voces que
informan los hechos de forma distinta o que simplemente no difunden la versión
de los medios tradicionales? La información objetiva queda de cualquier forma
fuera de la ecuación.
En el mundo
ideal los individuos deberían aprender a discernir y depurar la información que
reciben mejorando sus criterios hacia el exterior, llevando a la convergencia
de visiones de acuerdo a un análisis objetivo de los hechos, pero la cotidianeidad
sugiere que en la evolución de la comunicación de masas basado en la difusión
de mensajes a través de redes de personales ha traído de vuelta la “aguja
hipodérmica” de los años 30. La diferencia entre ayer y hoy es que nuevos
actores han roto la hegemonía informativa, insertando mensajes diferentes y
opuestos.
Por un lado,
la industria de la comunicación desde siempre ha jugado con el concepto de
información, no de acuerdo a los criterios del auditorio, sino de los
patrocinadores que hacen del receptor un consumidor. Por el otro, los
individuos no tienden a diversificar sus fuentes informativas, se concentran en
aquellas fuentes que son afines a su ideología.
A su vez, las
nuevas tecnologías ofrecen a la ciudadanía oportunidades de intervenir en los
asuntos públicos, adicionalmente a la difusión de ideas entre redes sociales, mediante
activismo digital por ejemplo en manifestaciones virtuales (change.org), y
otros procesos en vías de desarrollo (uso del blogchain para la participación política y la rendición de
cuentas). La calidad informativa termina por tener un impacto nunca visto en la
democracia.
En este
escenario, posiblemente la prensa escrita sea el medio de comunicación más
eficiente para informarse de manera analítica porque: 1. Desde los titulares se
puede discernir la agenda del medio, 2. Permite identificar los temas e ir
directamente a ellos, y 3. Se puede determinar los intereses detrás del medio
de comunicación (en términos de prensa con amplia reputación se conoce como
mínimo a los dueños). El simple acto de comparar las portadas de diversos periódicos
permite inferir el sentido de la información, si esto no es suficiente, las
caricaturas que acompañan las publicaciones son otra expresión de lo mismo y,
como punto de apoyo, cuentan con los editorialistas y columnistas que se
encargarán de generar la narrativa que lleve a la conclusión previamente
asumida por el medio. De la combinación de perspectivas es de donde surge la
realidad que se apega a nuestra forma de pensar. Nuevamente: la información
objetiva queda fuera de la ecuación.
Así, por
ejemplo, cuando los medios locales reproducen noticias, opiniones y
perspectivas de medios extranjeros, lo que tratan de hacer es legitimar sus
posiciones, a pesar de buscar distintos objetivos. ¿Qué interés tendrá un
periódico nacional como “El Universal” en publicar que el diario financiero más
importante de Estados Unidos, The Wall
Street Journal (WSJ) publica un artículo sobre los comentarios de las
calificadoras de riesgo sobre México en la administración de Andres Manuel
Lopez Obrador? Las calificadoras emiten opinión sobre lo que a sus clientes
afecta, los inversionistas; el WSJ lo publica dado que es de interés de su
mercado (sector empresarial) ¿es acaso del interés del auditorio de “el Universal”
la perspectiva de los inversionistas y empresarios? No, es de su interés que su
auditorio se convenza de que los argumentos de los inversionistas y empresarios
son relevantes para ellos porque lo dice un medio con alta reputación y así
formar una opinión publica favorable para lo que a “el Universal” conviene,
afectar las perspectivas de un gobierno que no se encuentra alineado a sus
intereses.
Este breve análisis
puede ser aplicado a cualquier nota periodística, columna de opinión y
reportaje. Tanto las ideas del individuo modifican a los medios y su agenda
como los medios al individuo. Es importante tenerlo en cuenta porque sin duda,
el sexenio que inicia será una guerra de posiciones mediáticas.
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