domingo, 24 de febrero de 2019

Leer para creer


El Diccionario Oxford eligió “Fake news” (noticias falsas) como la palabra del año en 2017, el año anterior se había elegido “Post-truth” (post-verdad). Ambas palabras se relacionan con una nueva dinámica informativa basada en la diversificación mediática y en las redes sociales que tiende más bien hacia una connotación negativa, dado que el surgimiento explosivo de un sinfín de voces diluye el consenso sobre lo cierto o falso.  Es decir, la pluralidad trajo consigo incertidumbre.

El dilema del mundo moderno está en la configuración que los individuos están dando a su realidad, donde la interpretación de los hechos se está llevando a cabo de forma distinta, un mayor número de fuentes de información y un mayor número de interpretaciones, generando nuevas identidades y afectando antiguos consensos que rompen con el estatus quo.

Esta nueva realidad tiene muchos detractores, se enfocan de manera pesimista en las alteraciones malintencionadas de los hechos que buscan fines políticos o propagandísticos. Es entonces que cabe preguntarse ¿el problema es que existen muchas voces que informan los hechos de forma distinta o que simplemente no difunden la versión de los medios tradicionales? La información objetiva queda de cualquier forma fuera de la ecuación.

En el mundo ideal los individuos deberían aprender a discernir y depurar la información que reciben mejorando sus criterios hacia el exterior, llevando a la convergencia de visiones de acuerdo a un análisis objetivo de los hechos, pero la cotidianeidad sugiere que en la evolución de la comunicación de masas basado en la difusión de mensajes a través de redes de personales ha traído de vuelta la “aguja hipodérmica” de los años 30. La diferencia entre ayer y hoy es que nuevos actores han roto la hegemonía informativa, insertando mensajes diferentes y opuestos. 

Por un lado, la industria de la comunicación desde siempre ha jugado con el concepto de información, no de acuerdo a los criterios del auditorio, sino de los patrocinadores que hacen del receptor un consumidor. Por el otro, los individuos no tienden a diversificar sus fuentes informativas, se concentran en aquellas fuentes que son afines a su ideología.

A su vez, las nuevas tecnologías ofrecen a la ciudadanía oportunidades de intervenir en los asuntos públicos, adicionalmente a la difusión de ideas entre redes sociales, mediante activismo digital por ejemplo en manifestaciones virtuales (change.org), y otros procesos en vías de desarrollo (uso del blogchain para la participación política y la rendición de cuentas). La calidad informativa termina por tener un impacto nunca visto en la democracia.

En este escenario, posiblemente la prensa escrita sea el medio de comunicación más eficiente para informarse de manera analítica porque: 1. Desde los titulares se puede discernir la agenda del medio, 2. Permite identificar los temas e ir directamente a ellos, y 3. Se puede determinar los intereses detrás del medio de comunicación (en términos de prensa con amplia reputación se conoce como mínimo a los dueños). El simple acto de comparar las portadas de diversos periódicos permite inferir el sentido de la información, si esto no es suficiente, las caricaturas que acompañan las publicaciones son otra expresión de lo mismo y, como punto de apoyo, cuentan con los editorialistas y columnistas que se encargarán de generar la narrativa que lleve a la conclusión previamente asumida por el medio. De la combinación de perspectivas es de donde surge la realidad que se apega a nuestra forma de pensar. Nuevamente: la información objetiva queda fuera de la ecuación.

Así, por ejemplo, cuando los medios locales reproducen noticias, opiniones y perspectivas de medios extranjeros, lo que tratan de hacer es legitimar sus posiciones, a pesar de buscar distintos objetivos. ¿Qué interés tendrá un periódico nacional como “El Universal” en publicar que el diario financiero más importante de Estados Unidos, The Wall Street Journal (WSJ) publica un artículo sobre los comentarios de las calificadoras de riesgo sobre México en la administración de Andres Manuel Lopez Obrador? Las calificadoras emiten opinión sobre lo que a sus clientes afecta, los inversionistas; el WSJ lo publica dado que es de interés de su mercado (sector empresarial) ¿es acaso del interés del auditorio de “el Universal” la perspectiva de los inversionistas y empresarios? No, es de su interés que su auditorio se convenza de que los argumentos de los inversionistas y empresarios son relevantes para ellos porque lo dice un medio con alta reputación y así formar una opinión publica favorable para lo que a “el Universal” conviene, afectar las perspectivas de un gobierno que no se encuentra alineado a sus intereses.

Este breve análisis puede ser aplicado a cualquier nota periodística, columna de opinión y reportaje. Tanto las ideas del individuo modifican a los medios y su agenda como los medios al individuo. Es importante tenerlo en cuenta porque sin duda, el sexenio que inicia será una guerra de posiciones mediáticas.

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