jueves, 26 de mayo de 2016

Después del 5 de junio la Ciudad de México será el país de las maravillas (según nos cuentan los partidos políticos)



El próximo 5 de junio se realizarán elecciones en México, entre ellas, la elección del congreso constituyente de la Ciudad de México. Se erigirán 60 representantes de 100 en total (40 se han distribuido entre los poderes ejecutivos, tanto federal como local, así como entre el Congreso de la Unión). 

Lo que no puedo dejar de notar es la fantasiosa y cínica publicidad de los partidos políticos. En realidad nada distinto de cada elección, pero esta ocasión se refiere al contenido que tendrá nuestra Constitución Local. 

Tal parece que se están reuniendo para redactar una fórmula mágica o un conjuro; se resolverá la contaminación, todos seremos felices, y se tendrán todos los derechos del mundo, del universo y del más allá. Ni una palabra del cómo y para qué. Solo se menciona que si eso es lo que queremos tenemos que votar. 

Evidentemente nadie lo cree, no hay buenas perspectivas de participación en la elección y para colmo, como no hay hueso que repartir por los partidos, el voto duro lo será en menor medida.

Por lo menos, dentro de tanta publicidad insoportable hay una realmente graciosa, nada más concreto de lo que piensa la sociedad de la política:

sábado, 21 de mayo de 2016

La disociación de la justicia en primera persona

Es difícil distinguir lo correcto de lo incorrecto? Lo justo de lo injusto? La honradez de la corrupción? Depende, si hablamos en abstracto...o si hablamos de nosotros mismos.
No todo se aprende en la escuela, la vida nos va mostrando aquellos hechos que desde nuestro punto de vista son deseables, las respuestas  a situaciones semejantes se van haciendo consistentes, y empezamos a proyectar dicha conducta como la respuesta que las demás personas en lo individual y como sociedad deben de tomar.
De tal manera, aun sin las enseñanzas familiares o aquellas obtenidas mediante la educación formal, se va formando una serie de pautas de actuación de acuerdo a lo que juzgamos bueno y malo. Es una forma de aprender inductiva.
Las señoras de las buenas maneras suelen decir que en nuestros tiempos faltan valores. No lo creo; simplemente las pautas morales han cambiado. La lealtad puede no ser más la norma generalizada, la honradez puede no ser lo que se aprenda en la vida.
Una persona a la que cada vez que se involucra en un esfuerzo colectivo resulta utilizada, no se le puede pedir que considere que el evento puede tener un fin distinto y califique aquello como incorrecto. Simplemente verá adecuado repetir la conducta y aprovecharse de aquel con el que tenga la oportunidad.
Es eso falta de valor? El valor de la lealtad? el valor de la justicia? Tal vez para esa persona el valor es la satisfacción de tomar esa mínima ventaja, y por tanto no habrá forma de que sienta remordimiento.
Una persona que es educada bajo las normas sociales actuales la búsqueda del placer se encuentra como el máximo objetivo y ese objetivo básicamente se logra mediante el dinero.
Si un individuo se enfrenta a un dilema sobre la justicia, (mismo caso, un trabajo en el cual un individuo no es remunerado por su trabajo) desde el punto de vista del espectador es posible que entienda la acción “correcta” debido a que ha aprendido que el trabajo merece una remuneración, decantándose por la empatía que siente con el agredido puesto que no tiene ningún . Sin embargo, al encontrarse en la misma situación, al ser más fuerte el deseo de complacer los egos y obtener un bienestar, el individuo de ninguna manera se verá reflejado en el otro;  ni siquiera cruzará por su mente, al ser el dinero el referente de todo éxito y fracaso, el individuo no verá la razón por la cual su actuación podría ser equivocado. Más aún, sentirá que la obtención del beneficio significa que es mejor que todos, que es el más inteligente, el único capaz de lograr su objetivo. Ese individuo olvidará todo antes y después del evento, el contexto de la acción, el sentido de lo justo o lo injusto, todo debido a que lo más importante es la satisfacción personal.
Esa conducta es constante en los políticos, olvidar identificar la misma circunstancia bajo el criterio que aplicaría para otros actores. Entonces ¿no tienen responsabilidad por su conducta puesto que sería un fenómeno psicológico? Para nada, tiene toda la responsabilidad de sus malas acciones ante la sociedad, pues las conductas incorrectas se encuentran señaladas en la ley. Que individualmente no lo comprenda es su problema.
Entonces tendría algún sentido de comprender lo anterior en términos electorales? Puede ser que de esta forma la sociedad podrá saber que esperar y/o que buscar en los candidatos a puestos públicos. Aquellas personas que deberíamos elegir deben ser las que respondan a nuestras necesidades de actuación ante situaciones que les podrían beneficiar personalmente a costa de la sociedad (en realidad eso sería toda acción de gobierno), y su actuación en el pasado es lo único que nos puede dar las pautas en su actuación en el futuro.
De otra forma, los políticos simplemente responderán a los valores sociales de ese momento, que son los que la mayoría de la sociedad aplicaría en la misma situación. Lo cual no significaría otra cosa que la sociedad en verdad tendría los gobernantes que merece, pues la mayor parte de ellos actuaría de igual forma, en ese sentido, el candidato sería tan corrupto como aquellos que lo eligieron a sabiendas de la forma en que tomará las decisiones.
De tal forma, analizar a los candidatos desde un punto de vista moral podría ser más importante que cualquier debate o cualquier propuesta. Cuantos pasarían nuestra prueba, cero?