El próximo 5 de junio se realizarán
elecciones en México, entre ellas, la elección del congreso constituyente de la
Ciudad de México. Se erigirán 60 representantes de 100 en total (40 se han
distribuido entre los poderes ejecutivos, tanto federal como local, así como entre
el Congreso de la Unión).
Lo que no puedo dejar de notar es la
fantasiosa y cínica publicidad de los partidos políticos. En realidad nada
distinto de cada elección, pero esta ocasión se refiere al contenido que tendrá
nuestra Constitución Local.
Tal parece que se están reuniendo para
redactar una fórmula mágica o un conjuro; se resolverá la contaminación, todos
seremos felices, y se tendrán todos los derechos del mundo, del universo y del
más allá. Ni una palabra del cómo y para qué. Solo se menciona que si eso es lo
que queremos tenemos que votar.
Evidentemente nadie lo cree, no hay buenas
perspectivas de participación en la elección y para colmo, como no hay hueso
que repartir por los partidos, el voto duro lo será en menor medida.
Por lo menos, dentro de tanta publicidad
insoportable hay una realmente graciosa, nada más concreto de lo que piensa la
sociedad de la política:
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