Este ejemplo tan solo refiere al ámbito más cercano al ciudadano, pero lo mismo ocurre con el resto de los puestos de elección popular, diputados locales o federales, gobernadores, senadores y hasta la presidencia. Al final, todo se refiere a la rentabilidad electoral; la política se ha convertido en un gran negocio disfrazado de forma de gobierno en la que el consumidor no se da cuenta el precio que ha pagado por un mal producto.
Históricamente, en el paso del feudalismo al capitalismo la aristocracia se vio superada como clase dominante por los burgueses, comerciantes que eventualmente hicieron fortuna. Tras la guerra fría en el mundo se logró implantar exitosamente la democracia liberal como el modelo de gobierno a seguir y se le vinculó con el capitalismo como un paquete inseparable. Hoy que los estudios de opinión dan cuenta de la decepción de la ciudadanía con la democracia, deliberadamente se evade el señalar la causa de este malestar, el usufructo del poder político por parte de los comerciantes electorales, es decir, aquellos que financian las campañas y que hacen negocio, aquellos que hacen negocios y financian campañas, en un ciclo constante con mayor concentración de poder.
Puede decirse que esta burguesía electoral no es una nueva clase, probablemente son los mismos burgueses que antes hicieron negocios anteriormente, pero al igual que aquellos comerciantes que han encontrado nichos de mercado, la política es un mercado más, y cada vez más concentrado.
¿no es el sentido de las elecciones el cambio en los detentores del poder? A estas alturas el malestar con los partidos da cuenta de esta respuesta con los llamados “chapulines”, aquellos políticos que cambian de puesto en puesto, de partido en partido con tal de seguir viviendo del presupuesto público y que siempre son los mismos. Las campañas electorales tienen topes de campaña millonarios que mínimamente se acerca a los costos reales. ¿está usted en condiciones de ejercer su derecho de ser votado?
Como respuestas desesperadas ante la decepción con el democracia, han surgido ejercicios cívicos bastante loables para mejorar la toma de decisiones ciudadanas, como la campaña “3 de 3” para la declaración de los candidatos sobre sus impuestos, patrimonio e intereses, o “voto informado” de la UNAM, para conocer ciertas posturas básicas de los candidatos; así como ejercicios obligatorios como los debates, pero un flanco queda descubierto con la falla en la transparencia sobre quiénes son los financiadores de las campañas. Si bien el sistema de fiscalización del Instituto Nacional Electoral lo exige, hay formas legales de hacerlo público hasta de 3 días después del cierre de las campañas. Hoy casi un mes después del inicio de las campañas en Baja California, de los siete candidatos a gobernador tan solo Francisco Alcibíades García Lizardi de Movimiento Ciudadano reportó un donante (simpatizante) por un monto de $6,968.70 en el portal del INE.
La próxima vez que vea en las noticias la aprobación del congreso para la contratación de nueva deuda pública, recuerde el costo de la última campaña electoral y tendrá una idea de lo que ocurrirá con el recurso.
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