jueves, 21 de mayo de 2020

México es más grande que sus problemas ¿quién es México?


Las imágenes de estrategias para pasar el tiempo en cuarentena como instructores de aerobics desde las azoteas o cantantes de ópera dando conciertos desde un balcón han sido ampliamente difundidas por las redes sociales. Hasta el momento el aislamiento social es la forma más eficiente de evitar contagiarse del coronavirus; las escenas llenan de optimismo y llaman a la solidaridad de la sociedad para afrontar la pandemia, resulta muy fácil empatizar y comprometerse a cooperar bajo los mismos términos, si se está en el lugar en el que las imágenes fueron filmadas, España, Italia y otros rincones de Europa.

La realidad mexicana es un poco más complicada, con índices de informalidad del 56%, y un 14.8 % de población que vive de sus ingresos día con día, se puede ver que afrontar el problema de la Covid-19 implica enfrentar un reto mayor, sobrevivir.

Boleros, enbolsadores de supermercados, entre otras actividades fuera del sector formal, ni siquiera piensan en las consecuencias de la enfermedad, el reto mantenerse día a día es su único horizonte. Como no hay opción, solamente cuando no hay clientes o cuando la empresa que los contrata les indica que no trabajarán, es cuando seguir las políticas de salubridad se convierte en la única salida. A diferencia de otras latitudes, en México la solidaridad se está viendo escaza, para mala fortuna de los liberales publicistas de la meritocracia, no hay forma de superar el reto solos, el salir delante de esta crisis de salud es un problema social.

Es de una ignorancia monumental pensar que la enfermedad solo afecta a los ricos, pero en el fondo, algo que hace sentido en la recriminación que merece el sector de mayores ingresos de la población. Efectivamente, es una enfermedad que se contrae en primera instancia mediante la migración, primero desde el lugar de origen en China, después en Europa; al menos durante un período no es una enfermedad a la que cualquiera está expuesto. Una vez llegada a la etapa de contagio comunitario, como en toda crisis, las personas de menores recursos serán los más vulnerables.

Al mismo tiempo, es triste ver la mezquindad de las estrategias no gubernamentales que surgen desde la agenda de los que tienen más, de los empresarios, pobres empresarios que sugieren que se les condonen impuestos, que se les subsidie, y en grados de cinismo, que se les apliquen políticas que son irrelevantes a la crisis como el del etiquetado, bien dicen que las crisis son una oportunidad, oportunidad para acaparar y atizar el rencor de las mayorías. La medalla de oro se la lleva ALSEA, que recientemente ha ofrecido plata o plomo para sus empleados, tomar unas “vacaciones” no pagadas o tomar la puerta. La utilidad se obtiene vía salarios, no están para atender a modas como buenas prácticas ambientales, sociales y corporativas como en Starbucks de Canadá o Estados Unidos donde se solidarizarán con los salarios de los empleados durante algún tiempo.

Resultaría por lo menos reconfortante para el futuro de la sociedad pensar en la pandemia como “el gran nivelador” como Walter Scheidel titula a su libro respecto de las plagas y la violencia en la historia, pero el efecto no es hombre a hombre, es un impacto en vidas disparejo, que solamente al final dejaría ver cuánto equivalen en número de vidas de los de abajo en términos de los de arriba, una recalibración por selección natural.

Sin duda el momento presenta un problema con muchas aristas, la capacidad de atención médica, las consecuencias económicas, el rol de la sociedad, etc. Ninguno de ellos debe poner en segundo plano el deber del Estado de, en primer lugar, salvar vidas, ni tampoco el papel de los individuos, de actuar de acuerdo a la estratega de salud pública en lo que está en nuestras manos.

Llegan mensajes de figuras del exterior señalando: México es más grande que sus problemas,  y seguramente busca ser un mensaje positivo, pero que en el fondo revela un imaginario social lleno de clasismo, “El México de los mexicanos que pueden al igual que los europeos tomar las medidas necesarias, debe hacer el esfuerzo para salir adelante” el resto de la población seguramente serían los que cargaron con el progreso del país en tiempos de Porfirio Díaz, y la carne de cañón en tiempos de la revolución, como los nombra Mariano Azuela  en el título de su novela, “Los de abajo”.

No romanticemos el aislamiento de la distancia social, promovamos las medidas de solidaridad realmente necesarias por un México para todos.