lunes, 3 de diciembre de 2018

¿México o el aparato de privilegio de unos cuantos?


imagen "un domingo en la alameda" de Diego Rivera
Cuando escucho a los funcionarios públicos que participan en negociaciones internacionales decir que trabajan por México, no lo dudo, lo que cuestiono es: ¿estamos entendiendo lo mismo al referirnos a México?

No pretendo entrar en la discusión sobre las definiciones de Estado-nación[1], pero si señalar que cuando hablamos de “México”, dependiendo del estrato socioeconómico de la población se está haciendo referencia a una concepción particular y que ante la toma de poder por parte de Andres Manuel Lopez Obrador, lo que está en disputa es la concepción que tienen los favorecidos  económicamente.

En México, la victoria electoral de AMLO se debió a su propuesta de anteponer las necesidades de supervivencia de la población excluida, así como el fin del saqueo generado por la corrupción institucional y en general, de una promesa de mejor distribución de los beneficios del Estado.

Una vez reconocido el resultado electoral, la parte de la población que hasta ahora ha cubierto sus necesidades de bienestar, no ha asimilado que lo que se aproxima es el control del aparato jurídico-institucional por intereses contrarios a los suyos. Desafortunadamente, mientras que para los excluidos permanentemente, la identificación de sus intereses con los del nuevo gobierno (respecto al uso del aparato estatal) no son del todo claros, para las elites del sistema (bajo sus diferentes rostros: medios de comunicación, escuelas privadas, empresarios, burocracia dorada, etc.) no hay duda alguna, cualquier medida redistributiva es un ataque directo a su condición y la polarización es la pérdida de control sobre hechos que iban ligados a sus intereses, disfrazados de política nacional. Ellos tienen la gran ventaja de saber plenamente que cuando hablan de “México” hablan de SU fuente de bienestar. Si se bajan los sueldos de los funcionarios públicos, se está afectando a SUS funcionarios públicos, si se cambian los métodos de manejar las licitaciones se está afectando SUS jugosos contratos, si se modifican los perfiles de los funcionarios públicos se afectan a SUS egresados y sus fuentes de trabajo.

Así, antes de entablarse en una discusión eterna entre chairos y fifís, la próxima vez que escuche argumentos que hablan del desastre que espera a “México” en el siguiente sexenio, considere que al “México” al que aluden no es el que refiere a la identidad entre paisanos, ni a las tradiciones culturales, ni mucho menos a un sentido patriótico; ponga atención a lo que escucha y en lugar de “México” escuche “mi aparato de privilegios” y entenderá como desde el punto de vista de sus intereses no hay duda del porqué del fatalismo (piense en los funcionarios públicos que perderán sus seguros particulares, cuando el resto de mexicanos tiene que ir a instituciones de salud públicas). Con esto reevaluará si vale la pena o no hacer caso de las críticas al nuevo gobierno y sobre todo, si está dispuesto o no a permitir que esas críticas cancelen los cambios planteados por el nuevo gobierno en aras de evitar la politización con sus conocidos.




[1] El orden mundial en el siglo XXI está basado en las relaciones entre entidades que reconocemos como Estados, pero esto no ha sido la constante, en otros momentos de la historia las sociedades han creado lazos de pertenencia a través de identidades como la religión, las familias, las clases sociales, los reinos, entre otros. El Estado es solamente la figura que logró aglutinar de forma más eficiente a la sociedad a partir del siglo XVII a medida que se expandía el sistema de producción capitalista. La concepción del Estado-nación logró superar los beneficios que las otras identidades ofrecían a los individuos y obtener su lealtad por medio de estrategias narrativas de amplio consenso, como lo son: una historia fundacional, los símbolos patrios, el idioma, e incluso la religión, dando un sentido de pertenencia a sus miembros. Al funcionar como aglutinador de esfuerzos, el aparato jurídico-institucional del Estado logró dar a una parte de la población seguridad, empleo, y demás medios de supervivencia, es decir un estado de bienestar.

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