En la reciente entrevista del candidato
presidencial Andres Manuel Lopez Obrador con periodistas de grupo Milenio se
cuestionó al candidato sobre su postura respecto de la participación de la
sociedad civil en la política, a lo que la polémica respuesta de que
desconfiaba de “eso que llaman sociedad civil o iniciativas independientes” sirvió
de munición para la cargada mediática en los días siguientes. Si bien las
organizaciones de la sociedad civil tienden a llenar los espacios poco
cubiertos por el gobierno o generar importantes iniciativas, pretender que se
tomen como buenas por si mismas dichas propuestas puede no ser lo más
inteligente. Aquí algunos argumentos.
Al igual que en la novela 1984 de
George Orwell en donde a la institución encargada de hacer la guerra se le
nombra “Ministerio de la Paz”; los términos “instituciones”, “medios de
comunicación” y “sociedad civil” se han querido difundir como neutrales a
intereses particulares y al servicio del bien común. Hoy la terca realidad
mexicana deja claro que tienen dueños con nombre y apellido, quienes a su vez
están tan íntimamente ligados que refuerzan los supuestos significados neutros
para mantener el dominio sobre sus respectivas áreas de influencia.
El ejemplo más claro de la
manipulación de los términos fue el impacto que se generó en la campaña
electoral de 2006 de AMLO cuando al mandar al diablo “sus instituciones”. Los
medios de comunicación repitieron cuantas veces fue necesario sus palabras con
una perspectiva de indignación que transformaba las palabras del candidato en
“al diablo las instituciones democracias y justas del estado mexicano”.
Dichas instituciones mexicanas
son mayormente entendidas de acuerdo a la definición del Contrato Social de Jean
Jacques Rousseau, donde los hombres libres concurren y se someten a una autoridad
que administra justicia, agregándole la narrativa de la identidad mexicana dada
por el mestizaje y la independencia mexicana para tener el estado-nación
mexicano. Se olvida que existen interpretaciones distintas como la concepción
marxista del Estado, en la cual el aparato Estatal no es más que el instrumento
en el cual se materializan los intereses de la clase dominante.
Lo mismo se puede decir de los
medios de comunicación, el termino neutral se refiere a los recursos,
instrumentos o técnicas para informar y hacer llegar información de una parte a
otra. El matiz viene con las preguntas ¿Qué información? ¿de quién a quién? En
las cuales la ausencia de igualdad de condiciones para comunicar entre
cualquier parte pone en desventaja a algunos. Es por eso que el acenso del
internet y las redes sociales han tenido tanto impacto en la comunicación, han
creado un espacio de inclusión y hoy son el campo de batalla de las campañas
políticas. La frustración de la pérdida del monopolio comunicacional se ve
reflejado en las desatinadas declaraciones el Premio Nobel de Literatura, Mario
Vargas Llosa al señalar que la muerte de periodistas “son en gran parte por
culpa de la libertad de prensa”, es decir a la posibilidad de comunicar fuera
de los medios dominantes que informaban de acuerdo a lo que les convenía.
Finalmente señalaría que el
término “Sociedad Civil” al que mañosamente se refieren los entrevistadores de
AMLO es aquella que ocupa el espacio sobrante en la formación ideológica de los
ciudadanos dejado por el Estado y los medios de comunicación. En stricto sensu, todo ciudadano fuera de
las actividades gubernamentales se encuentra en el espacio de la sociedad
civil, sin embargo, normalmente es utilizada en referencia a aquellos grupos de
ciudadanos organizados que buscan intervenir en la toma de decisiones
políticas; bien se puede hablar de un grupo de vecinos, protectores del medio
ambiente, defensores del consumidor, etc., respaldados por la legitimidad
social de su causa (grupos como los protectores de una visión única de las
familias son ejemplo de una causa sin tanto respaldado y por lo tanto poca
legitimidad). ¿Cuáles serán los más influyentes y más reconocidos? Sin duda los
mejor organizados, y para una mejor organización se requieren recursos; es
entonces donde llegamos a la pregunta del millón ¿Quién financia a estos
ciudadanos organizados reconocidos que buscan influir en las políticas
públicas? Si resulta que, en algún porcentaje, directa o indirectamente se
encuentran financiados por los detentores del control de las “instituciones” y
los “medios de comunicación”, entonces estamos hablando de otro animal de la
misma familia y del cual se podría esperar que las decisiones que buscan
influir reditúen en alguna manera a sus patrocinadores.
En el caso de estos grupos
respaldados financieramente y los grupos de vecinos hay un abismo de
diferencia, mientras los segundos pueden tener necesidades específicas (la pavimentación
de una calle, la instalación de infraestructura) en el primer caso la agenda
puede ser amplia y diversa (seguridad, corrupción, ecología, etc.) y sin duda
sus opiniones y propuestas tendrán gran valor, pero de ahí a asegurar que
dichas propuestas son “La solución” hay mucho que cuestionar.
Las encuestas lo demuestran, los
representantes políticos tienen un muy bien ganado desprestigio, pero apoyar
incondicionalmente la agenda de las Asociaciones Civiles dominantes puede
significar apoyar por otros medios los mismos intereses que nos tienen ante una
grave crisis social en primer lugar.