"PRIENNIAL" calificativo con el que el joven priista Rodrigo Escalante quiso conceptualizar la actitud de los jóvenes que forman parte del Partido de la Revolución Institucional le salió muy caro.
El mensaje, un joven con las características de aquellos
denominados “hiptsters” con el texto “no seguimos intereses, nos mueven
las causas, somos Priennials ya llegamos están listos?" de primera instancia parecía una expresión honesta de
lo que se desea que sean aquellos jóvenes interesados en la política y que la
publicidad refería a que se
encontraban en el PRI, era, sin duda, una buena estrategia. El mensaje se
complementaba con la imagen de un joven, que mediante su forma de vestir se
entiende que se trata de una nueva generación, los llamados “milenials” y para
rematar se inventaba un término llamativo tratando de permanecer en la memoria
del receptor.
Para
mala suerte del autor, el contexto político provocó un rechazo frontal
de la campaña por parte de la opinión pública al ser considerado un
mensaje cargado de cinismo.
Inmediatamente
las críticas en las redes no se hicieron esperar, en una sociedad tan
dolida por la constante corrupción y los recientes escándalos de grandes
ladrones en la política que quedan impunes y huyen con sus fortunas, la
idea de un mensaje de honestidad por parte de los jóvenes alineados a
la institución gobernante generó una marea de respuestas calificando la
campaña desde ingenua hasta de burla insensible.
Y
es que si hoy se encuentran varios exgobernadores priistas prófugos es
debido a que incluso para el partido gobernante era imposible mantener
la defensa de sus políticos a costa de su popularidad, de forma que
mostrar tal campaña para los jóvenes fue hacer como que no ocurría nada.
Una
de las mejores respuestas a esta campaña fue la publicación en el
semanario “Proceso” de un artículo de Fabrizio Mejía Madrid sobre lo que sería un
verdadero “priennial” si entre los hechos y las ideas hubiera
congruencia.
A
continuación se transcribe la nota. Por ultimo señalamos que el creador
de la campaña fue removido del cargo partidista que ocupaba, desafortunadamente para él aprendió de mala
manera que las buenas ideas también dependen del contexto, y en estos
días (como bien lo ha leído el presidente del partido) el PRI tiene que
cerrar la boca y afrontar los tomatazos.
PRIennial (eres tan priista que ni siquiera te gustan los acarreados)
“Ser joven priista no es cosa
fácil. Es una lucha a veinte frentes. Todos los días nos enfrentamos a las
viejas prácticas para mejorarlas” escribió Rodrigo Escalante, el inventor del
oximorónico “PRIennial”, un esfuerzo por juntar a la generación que creció en
el cambio de milenio con el Partido. Siguiendo a uno de sus críticos, quien
resumió el fallido bautizo –“Defenderé el peso como un pug”–, esta columna se
dio a la tarea de explorar qué podría ser un “joven priista” empeñado en
“mejorar las viejas prácticas”.
El PRIennial necesariamente empieza como
PRIdenial: nació cuando ya habían ocurrido las matanzas de 1968, 1971 y la
guerra sucia, por lo que su defensa podrá ser: “Eso fue hace siglos, goey”.
Además, está convencido de que Díaz Ordaz no sólo es un boulevard de Monterrey,
sino que fue un estadista que dio empleos a miles de granaderos. De las
desapariciones de miles de opositores durante los años setenta, piensa:
“También a quién se le ocurre, goey, ponerse a las patadas con Chanclón Van
Damme”. De esas décadas que no vivió extrae una conclusión para los nuevos
tiempos: “La policía se tiene que defender, goey, ¿o crees que se van a quedar
tan tranquilos si les avientan piedras y los insultan?”. Como sea, el PRIennial
ingresó al Partido inspirado por la idea de que México es un país que necesita ser
modernizado. “El ejido, goey. ¿Qué es eso de no tener cercas en tus tierras? O
sea, ¿cómo saben de quién son? Porque eso es el ejido, goey, así, en su
sustancia. Es comunismo”. Aprende rápido, vía los concursos de oratoria del
Partido –ha fantaseado en que se pueden hacer por Whatsapp–, que el Papá
Gobierno no puede hacerlo todo y que los mexicanos están acostumbrados a
estirar la mano y recibir sus indemnizaciones millonarias sin haber trabajado.
“Eso no está bien, goey, tienen que chingarle más”. Eso fue más o menos –él
dice “maso”– lo que le explicó a su madre para que juntara dinero para
inscribirlo en el ITAM, cuna donde se conoce a quienes te van a dar
puestos públicos como preprimaria de los lugares en los consejos de
administración. Pero, no obstante que la madre talló ajeno para juntar el
dinero, el PRIennial fracasó y tuvo que conformarse con un pupitre en la
Universidad Panamericana. Ahí conoció a profesores eminentes como “El Darwin
mintió”, “El Mercado Desregulado” y “La Dama de Hierro del Palacio”, que le
dejaron los saberes necesarios para ser un buen PRIennial:
1. El que se disciplina Dios lo ayuda.
2. Cuando toque tragar mierda, hay que
pedirla a domicilio.
3. No me dé,
póngame donde haya que desregular.
4. El problema
no es que roben, sino que no invitan.
5. Vivir fuera del marketing es vivir
en el error.
6. Si te descubren, pide licencia para
huir de tiempo completo.
7. La reingeniería es una rama del
re-ingenio.
8. Amistad que no se refleja en una
flotilla de taxis es hipocresía.
9. Nunca ganarás con votos, sino con el
porcentaje para negociar.
10. Los presidentes se van, son los
consultores los que se quedan.
El PRIennial ingresó entonces en las
filas del Partido moderno: a una oficina en Ecatepec en la que felicita unas
doscientas veces al día, por “El Feis” y el “Tuither”–así dice él–, al
Presidente de su Partido, al Presidente de la República y a la Presidenta del
DIF. El sueldo es escaso –le ha tomado gusto al Lonchibón– pero uno no se
conecta de la nada. “Los acarreados, goey, son prácticas viejas. ¿Cuánto te vas
a gastar en Ubers para tantos? No, goey, ahora la matraca es digital”. Piensa
que su futuro estará plagado de ofertas de trabajo político: saludar con la
mano izquierda sujetando el codo del licenciado, reírse de los chistes del
licenciado, contribuir con algún comentario sobre el escote de la secre, y
disciplinarse hasta que le toque. Ah, pero cuando le toque, hay que
apresurarse. Antes, como siempre se ganaban las elecciones, había tiempo para
hacerse de un patrimonio. Ahora, hay que aprovechar cada minuto de tu
adjudicación directa. “¿Qué es eso de la transparencia, goey? Transparente, el
techo de mi alberca”.
Pero no todo es disciplinarse en la
vida del PRIennial. Él tiene ideas –“causas que nos mueven”, dice él– que
espera realizar cuando le toque:
1. Que las cámaras de los congresos
sean pet-friendly.
2. Que los candidatos se elijan por un
casting.
3. Que los informes del Presidente y
los gobernadores sean gifs.
4. Que se enseñe en la escuela de
cuadros del Partido a pronunciar “infrestruktur”.
5. Que los gobernadores cuiden su peso.
6. Que el camino a la democracia se
pueda ver en el Waze.
7. Que los votos se cuenten en el
Icloud.
8. Que se imparta yoga en las normales
rurales para que ya no sean “nidos de guerrilleros”, sino “semilleros de
serenidad”.
9. Que ya no se llamen “acarreados”
sino flashmobs.
10. Que el Partido no sea una
institución pública sino un outsourcing.
11. Que el gobierno sea un call center:
“Nuestros agentes están ocupados. Permanezca en la línea. Su llamada es muy
importante”.
El PRIennial no desespera. Sabe que
falta tiempo para que sea elegido como candidato a un puesto en la
administración. Llega a su casa tras elogiar digitalmente a sus superiores e
insultar a los opositores –“Oso que sólo te alcance para dos departamentos en
Copilco, goey”– y se recuesta viendo el noticiario. Un día de éstos tendrá para
contratar Netflix.