En
su tercera cumbre, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del
Caribe (CELAC) tiene como tema de trabajo la lucha contra el hambre, la
pobreza y la desigualdad;
y el presidente de México decide no asistir. Que significa esto?
La
CELAC es un foro político, construido a partir de las limitaciones de
la Organización de Estados Americanos (OEA), del cual forman parte los
Estados Unidos de América
y Canadá, y que en varias ocasiones, han roto el consensos en las
declaraciones políticas en las que el resto de los participantes estaría
de acuerdo, debilitando así a una posición común latinoamericana.
La
CELAC busca expresar libremente consideraciones políticas sin
restricciones, hablar sobre la intervención de grupos golpistas en los
países del Alternativa Bolivariana
de los Pueblos de América (ALBA), la situación de las islas Malvinas,
las políticas nacionales respecto del tráfico de drogas y la migración
de los pobres hacia Estados Unidos. Todas ellas tienen un mínimo de
consenso y un máximo de libertad para ser discutidas
en éste foro, a pesar de las claras divisiones en los países más
cercanos a los Estados Unidos y aquellos alrededor del MERCOSUR.
Normalmente,
suele suceder que cuando no hay una relevancia de fondo en los espacios
de integración de los organismos internacionales se habla del “posible
potencial”,
de un X por ciento de habitantes, del total conjunto del PIB, y otra
serie de indicadores que la a la larga no ven ningún beneficio de la
reunión. Lo mismo ocurre con los antecedentes, para México, en voz de la
Subsecretaria para América Latina y el Caribe,
Vanessa Rubio Márquez, los antecedentes de la CELAC y las relaciones
latinoamericanas parten de reuniones “iberoamericanas” y los lazos de
cooperación que remonta hasta el Grupo Contadora y Grupo de Río.
En
esta ocasión, en un contexto de desaceleración económica y fin de ciclo
de presos de materias primas elevados, se reúnen los pases
latinoamericanos y caribeños para
compartir estrategias para mantener la tendencia de la disminución de
la pobreza.
No
asistirá el presidente de México, de fondo dice mucho, mucho más que lo
de la reunión pueda surgir. No asistir a los encuentros internacionales
es una decisión obvia
en caso de crisis al interior del país, algo que debió hacer desde que
ocurrió la desaparición de 43 estudiantes en Ayotzinapa. Pero no es lo
mismo dejar de asistir a la reunión del G20 que la CELAC, y más
importante, que dejar de visitar al presidente norteamericano.
No
se extrañará al Presidente Enrique Peña Nieto, en realidad a la cumbre
no tendría mucho que aportar, con los datos de la Comisión Económica
Para América Latina (CEPAL)
justo a tiempo para la reunión, se ilustra que en México hubo una
mínima reducción de la pobreza, del 43% al 41% desde 2004 a 2012,
mientras países como
Argentina,
Uruguay, Brasil, Perú, Chile y la República Bolivariana de Venezuela
la pobreza disminuyó en promedio el 7% anual para el mismo período. Ir a
hablar de planes
y demagogia no le haría ganar aplausos de sus homólogos.
Tampoco
se le extrañará por sus aportaciones a la discusión política, de
cualquier manera lo que tuviera las posturas en relación a los
beneficios del libre
comercio serán expresados por medio de Chile, Colombia y Perú, sus
socios dentro de la Alianza del Pacífico.
Lo
que desgraciadamente se pierde de vista es que al no asistir, al mismo
tiempo se cierran los lazos de cooperación, los de aprecio y los de
solidaridad que
en otros momentos pueden ser cartas para nuestro país. Recordemos,
estamos hablando de política. Cuba durante todo el tiempo que gobernó el
PRI antes de la llegada de Vicente Fox nunca hizo una declaración que
afectara la relación con México, a pesar de lo
que otros socios dentro del ALBA pudieran haber expresado.
La
falta de compromiso de México en estos foros no solo tendrá
consecuencias en el futuro, México ya ha sufrido el abandono en sus
aventuras internacionales
por parte de su pares latinoamericanos, desde hace varios años, con las
ridículas postulaciones a organismos internacionales como la OEA con
Luis Ernesto Derbez, al Fondo Monetario Internacional con Agustín
Carstens y la más reciente, a la Organización Internacional
de Comercio con Herminio Blanco.
No
se extrañará al presidente de México en la CELAC, pero el gobierno
mexicano extrañará en algún momento a las oportunidades perdidas en la
CELAC.