sábado, 1 de junio de 2019

El dilema de trasformar con cartuchos quemados en la 4T




En las semanas siguientes a la elección presidencial, se generó en México un ambiente de consenso como nunca, el cambio era necesario. A casi un año de la elección y a seis meses del inicio de la nueva administración federal, ya no estamos tan de acuerdo. Todos querían ver un cambio, no todos están dispuestos a soportarlo.

El ritmo de trabajo de la presidencia de AMLO hoy va marcado por la resistencia de sus propios aliados. Mucho se ha debatido sobre el sentido que está tomando la administración pública federal con los nuevos titulares, se señala la existencia de dos grupos en el gabinete: los duros, aquellos leales que desde hace 12 años apoyan los planes más radicales de la 4T; y los moderados, aquellos que llegaron a medida que las circunstancias se fueron acomodando, Alfonso Romo y Olga Sánchez Codero son ejemplo de los últimos y Rocio Nahle e Irma Eréndira Sandoval lo son de los primeros.

Mientras que los radicales tienen el apoyo popular, los moderados cuentan con la “realidad” de la globalización (y adicionalmente el apoyo de los defensores del status quo). Es verdad, como señalan los moderados, que los recortes son contraproducentes en algunos sentidos, que los inversionistas importan y que no ha bajado la violencia, pero por el otro lado también es verdad que AMLO tiene bien definido el México al que aspiran los 30 millones de votantes que lo eligieron, tan mal estábamos que hoy el presidente tiene manga ancha para decidir cómo se transformará el país.

Hasta la salida de Germán Martínez del IMSS, los críticos de la prensa al férreo manejo de la Administración Pública por parte de AMLO no habían tenido resonancia en la conducta de los moderados. German lo dijo al renunciar, tenía poco margen de maniobra. El hecho es que AMLO no va a cambiar, cuando fue Jefe de Gobierno de la CDMX tuvo éxito bajo el mismo estilo personalista, al fundar MORENA nuevamente estableció una estructura horizontal que solo reaccionaba a sus instrucciones, así llegó a la presidencia, ¿por qué habría de cambiar de estrategia ahora? El problema para él es que todos los que, como German, están en desacuerdo con las restricciones presupuestales, hoy son un obstáculo, pues no están comprometidos a fondo con llevar los procesos y la burocracia a un trabajo extraordinario, haciendo más con menos y sobre todo, con nuevas dinámicas. En las instituciones de la Administración Pública Federal que encabezan los moderados, el trabajo se está llevando por medio de cartuchos quemados, en lugar de arriesgar a modificar las estructuras, se está priorizado el mantener a los viejos burócratas y reproducir los procesos tal cual eran, trabajando al viejo estilo colonial “obedézcase, pero no se cumpla” y ofrecer en lugar de cambio, simulación.

No hay futuro sin instituciones y las instituciones de un nuevo México deben surgir de gente nueva, éste es el lado flaco del cambio de López obrador, ¿Qué pasará al finalizar el sexenio con todas las personas cuya supervivencia hoy se ve favorecida por la asistencia social? Si no se empodera a nuevos liderazgos al terminar la administración, volverá la dinámica de los viejos grupos de poder.

Los historiadores son claros respecto de las 3 transformaciones que anteceden la liderada por AMLO, a pesar de la violencia, tan solo fueron cambios de élites, no necesariamente de intereses. Probablemente es eso lo que ocurrirá en ésta. Puede que sea suficiente la redistribución de recursos para mantener la viabilidad política del país sin que estallemos nuevamente en un proceso violento, no así para que tengamos un México para todos los mexicanos.

Este contexto lo conocen bien los nuevos burócratas empoderados, lo saben los pupilos de Gerardo Esquivel insertados en las dependencias egresados de las universidades privadas y reunidos en el grupo “Democracia Deliberada”, son ellos los nuevos criollos que busca beneficiarse de las mismas condiciones con ideas distintas. Por eso, son ellos los moderados.

Hoy por hoy, la apuesta más fuerte para el cambio es la iniciativa “Jóvenes Construyendo el Futuro”. Más allá de la formación laboral, el éxito de la 4T depende del empoderamiento político a estos nuevos actores y su inserción en la toma de decisiones de la nueva administración.

Un sexenio es muy poco tiempo para una trasformación profunda, El éxito no está garantizado, sin embargo, ya fueron probadas todas las alternativas, es el momento de apostar por hacer el cambio con todas sus consecuencias.